sábado, 7 de abril de 2012

Ovejas y vidas vacías.

Tenía una vida completamente vacía. Vacía, porque carecía totalmente de emociones mínimamente fuertes de ningún tipo. No había en ella nada que le impulsara a seguir adelante. Miraba a su alrededor y lo único que veía eran los residuos de un mundo putrefacto en el que ella no había decidido vivir, un mundo superficial y caprichoso al cual no pertenecería nunca.

Atravesaba las sombrías calles y los rostros sin cara pasaban fugazmente a su lado. Esos rostros fraudulentos, con esas expresiones de autosuficiencia de quienes creen ser alguien especial. Un tupido manto cubría las miradas de todos y cada uno de ellos, un amargo veneno emanaba de sus sonrisas. El incesante cacareo que la perseguía, hablando sobre temas absolutamente intrascendentes, le provocaba dolor de cabeza. Observaba cómo todas esas personas fabricadas en serie se preguntaban sobre sus respectivas vidas sin tener interés más que en la suya propia, y notaba una sensación parecida a un dolor de estómago.

Regresaba a su madriguera y se refugiaba en ella. Allí, el espejo era el único que la veía llorar, el único al que le explicaba la abundante hipocresía que la rodeaba día tras día y su insatisfacción con el mundo. Ella pensaba mucho. Pensaba mucho, y hacía poco.

¿Poco? Nada.

Acariciada por las sábanas, se aliviaba soñando con una vida que le llenara. Una vida en la cual llevaba a cabo actos grandiosos y ayudaba a esos rostros sin cara a ser una identidad y no un simple número.

Pero la mañana volvía a empujar al sol hacia su ventana para iluminar el comienzo de un nuevo día, un día exactamente igual que cualquiera en su vida vacía de mucho pensar y poco actuar. Salía a la calle y se mezclaba entre los rostros sin cara. A lo lejos, alguien la observaba. No a ella, sino a todos. Porque, para ese alguien, su rostro tampoco tenía cara.



"Eres diferente, sí... exactamente igual que el resto."

3 comentarios:

  1. En realidad no importa. Supongo que lo sabes.
    Darle vueltas tiene esa belleza psuedotrascendente que tanto nos gusta a los que llevamos años creyendo ser los más inteligentes del mundo cuando en realidad a penas llegamos a "la copia de la copia de una copia" de algo mínimamente original. Pero pensarlo demasiado al final solo trae crisis de personalidad y tendencias autodestructivas. Es mejor dejarlo estar. Saber que es cierto, pero que al mismo tiempo da igual. Porque da igual.
    "Eres diferente, sí... exactamente igual que el resto." Pero si no hay otra posibilidad, ¿por qué sentirse mal con ello? A veces está bien dejar de pensar un poco en sentidos generales, dejar de masificarlo todo, pensar a escala y sacar brillo el egocentrismo. O al autoestima, que para el caso viene a ser lo mismo.

    Pero bueno, yo lo que te puedo decir es que hagas lo que quieras. Ser o no como los demás depende de tu propio punto de vista. Si crees que eres vulgar, una oveja, lo serás. Pero tan solo porque quieres creerlo.

    Un saludo.

    Marla.

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    1. La virtud no reside en ser diferente, es imposible serlo con tantos millones de personas viviendo simultáneamente. Pero ¿qué es virtud y qué es defecto? Entrégate, suéltate, abandónate o como quieras llamarlo, pero no te estanques autocompadeciéndote de tu soledad y de lo rara que pareces ser. Vive y arde!
      Saludos ;)

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  2. Por cierto, esa famosa frase de la carta de suicidio de Kurt Cobain que tienes en la barra lateral, "Is better to burn out than to fade away", en realidad es un verso de "My My, Hey Hey" de Neil Young.

    Supongo que al final los grandes no son siempre tan originales.

    Marla.

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