jueves, 31 de enero de 2013

¿A qué sabe el fracaso?

A nada. No sabe a nada. 
O puede que a vacío. 
O a sueño roto; sueño que, por otra parte, te preguntas si tuviste de verdad alguna vez. 
O sabe como darte cuenta, lentamente y con creciente frustración, de que no eres todo lo que creías ser. De que nunca lo fuiste. De que nunca lo serás. Simplemente porque eres tú y porque no vas a escapar de eso. "Si quieres, puedes." Ahora van juntas las dos cosas. Y yo, ni quiero ni puedo. 
Me pregunto si alguna vez quise.
Me pregunto si podría si quisiera, o si podría aún sin quererlo, o si podría quererlo aún sin poder hacerlo.
Ya no sé ni lo que digo. Ya no sé ni escribir.
Si es que alguna vez supe.












Cómo duele reconocer los propios errores. Cómo duele darte cuenta de que has hecho una mala elección y una mala inversión. Y, sobre todo, cómo duele reconocer que estás perdida y sola dentro de tu propia vida. Que no sabes qué coño hacer con ella. Que nada tiene sentido.
Pero esto último no es el problema. Nada tuvo sentido nunca, y las cosas estaban bien igualmente.
Yo me sentia bien. Y nada tenía sentido, pero no pasaba nada porque se lo daba si quería.
Ahora, ya no les encuentro sentido a las cosas. Ya no les puedo dar sentido. 
Todas las mañanas me pinto una sonrisa en la cara, salgo al mundo y me obligo a caminar, porque caminando llegaré a algún sitio, caminando se arreglarán las cosas. Nada se queda como está para siempre. Todo avanza. Todo cambia.
Me obligo a seguir caminando en la misma dirección prometiéndome que es la única alternativa; y así, no sólo engaño a los demás, si no también a mí misma. Simplemente camino. Camino sin hacer nada, esperando a que algo se haga por mí.

Ya no sé ni escribir, si es que alguna vez supe, pero me importa una mierda publicar esto porque nadie lo leerá. Mucho menos la gente que de verdad querría que se diera cuenta de cómo estoy y de cuánto los necesito; porque no entiendo nada, no me entiendo, yo sola no puedo con esto.
Sí, en el fondo lo publico porque tengo una absurda e infantil esperanza de que una de esas personas se interesará por mi lo suficiente como para entrar aquí.

También, y sobre todo, porque quería comprobar si me seguía ayudando escribir en mis peores momentos, aunque no sepa hacerlo y al juntar mis letras sólo se componga una grandísima mierda.