lunes, 14 de febrero de 2011

Disfruta del día hasta que un imbécil te lo arruine.

Tras una hora escribiendo, sale de su examen de Historia, mosqueada porque no ha tenido todo el tiempo que le hubiera gustado (como siempre), pero en general bastante contenta. Sobre todo porque se lo ha quitado de encima, que es lo que importa ahora, y le espera una semana tranquila.

Llega a su casa. Come (un día más, no hay judías con patatas, su comida más aborrecida... sabe que algún día llegará el temido momento, pero por ahora no debe preocuparse). Habla con su familia. Se marcha a su clase de inglés y, para qué mentir, no hace nada aparte de reírse con sus compañeros.

Acaba la clase. Sale al exterior: nubarrones sombríos, frío helador y viento cortante. Vuelve a entrar y se acurruca junto al radiador, dispuesta a pasarse la próxima hora leyendo a Nietzsche.

Hasta aquí, podríamos deducir que fue un buen día bueno... Incluso muy bueno. ¿No? Pero claro, como bien dijo Woody Allen,"disfruta el día hasta que un imbécil te lo arruine".

Uno, o varios, en mi caso. Porque, vamos a ver, ¿a quién cojones (y perdonad la palabrota... bueno, no, en realidad le da énfasis a mi pregunta) se le ocurre poner una puerta por la que pasan 10 personas cada minuto al lado del rincón ideal para leer cómodamente un libro?
Y diréis: si una puerta no es algo tan molesto, mujer.
Sí, tenéis toda la razón. Una puerta no lo es. ESA puerta, sí. Resulta que es de las que no tienen pomo ni nada y no se enganchan al marco (disculpad mi pobre e inexacta definición, pero no soy ninguna experta en puertología). ¿Consecuencia? Cuando algún gilipollas una persona la abre y, acto seguido, pasa, sin preocuparse de ponerla cuidadosamente en su posición original, la puerta regresa a ésta rápidamente. Y al llegar... no se oye un simple ¡BUM! como en las puertas habituales, ¡qué va!, al no tener marco, los ¡BUM!, ¡BUM!, ¡BUM! se suceden de forma enloquecedora.

Al parecer, la presencia de una callada adolescente bajo la estufa, devanándose los sesos para entender al menos una cuarta parte de lo relatado por el fascinante Nietzsche, no es suficiente para que la gente dedique tan sólo tres segundos de su tiempo a evitar que una puerta bata.

¿Gracias?

3 comentarios:

  1. Ha sido realmente bueno lo de las puertas! te sigo

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Muchísimas gracias por seguirme Nadia, tienes un blog precioso , fotos y textos :) No olvidaré pasarme por aquí frecuentemente! Pd: yo también te sigo! Un beso enormee!

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